sábado, 28 de julio de 2012

V. 2


El se levanta pensando en que, a veces, al estar muy cerca, ella se afea, de algún modo.            Ella se  vuelve no fea, no. Sino menos atractiva, o algo por el estilo.
  Y piensa en como en ese momento, estando a tantos km y ciudades de distancia, ella se vuelve sumamente atractiva.
  Y en como el no poder estar juntos impone  límites que se franquean, se quiebran a través de fantasías y largas  charlas en las  que el tiempo también se diluye, de alguna forma.
  • Pero
  • Y
Entonces vuelven esas ganas de acariciarse, tocarse, y vuelve el espacio con sus barreras
  • inaccesibles,
  • inabordables,
y detrás se agolpan el tiempo, la realidad  y esa maldita imposibilidad que la conciencia de  distancia hace chorrear por todos los rincones.
  Es  quizás todo eso lo que los lleva a lugares un poco más complicados, lugares donde pensamiento, o deseo y realidad, se enriedan aun mas. Así, casi sin quererlo, o pensarlo verdaderamente, están ahí fantaseando con eso.
   Ella seduciendo a un tipo cualquiera, y el disfrutando, gozando a partir de imaginar el placer producido en ella.
  Y, más allá de ese otro, o de ese tercero, el gozo mutuo fabricado entre El y Ella, el placer derrochado en esos juegos que son suyos. Ese Otro es tan solo una parte ,una pieza insignificante dentro del juego, y respiración agitada, complicidad erótica, erecciones de pieles friccionándose en el vacio…
  Ella, a la que tanto esfuerzo le ha costado llegar hasta ahí, parece esa noche olvidarse de la vergüenza casi disimulada, mientras se viste justo como lo acordaron. cuero negro ajustado en sus pies, y tela negra pegada a sus senos, cubriendo apenas las voluminosidades latentes.
  Habían hablado varias veces sobre el encuentro con ese Tercero, un conocido de una amiga con el que se venían sucediendo leves insinuaciones desde hacía un tiempo.
   Ella encontró en la última llamada con El una tranquilidad  de la que no se hubiera sentido capaz en una situación así.
 Veinte minutos más tarde estaba parada frente a la puerta de un departamento vacio.
  • La fiesta se había suspendido.
  • La fiesta había sido suspendida.
  Camino unas cuadras sintiendo frustración, decepción.
  Iba a llamarlo a Él, pero se encontró a si misma frente a la casa de un compañero. Espero afuera, en la noche, y sintió esa excitación del no saber que iba a suceder cuando ese casi extraño Otro la invito a pasar.
  Un montón de fotocopias y libros sobre la mesa, y la obviedad de que estaba estudiando y no esperaba a nadie ni nada a esas horas…
  El Otro se excuso por el desorden y Ella sonrió, sin saber bien que hacia ahí. Se sentó en la mesa, algo incomoda. Quizás el también estuviera algo incomodo con esa persona inesperada sentada ahí, a las dos de la madrugada, en su comedor. Pero eso Ella no podía saberlo. Como tampoco podía saber que sentía ese Otro cuando Ella tocaba, como al pasar sus piernas, las rozaba con las suyas y sentía, como al pasar, una leve excitación en ese juego que el Otro ignoraba.
  El cielo seguía oscuro, muy oscuro. Y ese Otro seguía hablando de cosas y teorías que a Ella, francamente, no le importaban. Lo que a Ella le interesaba era poder seguir tocando, rozando cada tanto sus manos, sus brazos. Acariciarle un dedo, apoyar una mano sobre una rodilla para llamar su atención y sentir como se
  • calentaba
  • excitaba
frente a ese Otro, un chicho de un pueblito del interior de manos suaves y movimientos suaves también. Un Otro que, inocentemente, seguía hablando de él, de su vida, mientras sonreía, cada tanto, mientras empezaba a sentirse tan cómodo como con cualquier amiga…
  En algún momento de esa madrugada Ella
  • no aguanto mas,
  • no pudo mas,
se excuso diciendo que tenía que usar el baño, y se interno en ese cuarto helado donde empezó a tocarse. Tranquila, casi silenciosamente al principio.
  Y mientras se acariciaba, empezaba a escribirle a Él, describiéndole detalles del encuentro, justo como
  • lo habían acordado.
  • le había prometido hacerlo.
  Las imágenes que creaba aparecían en su cabeza mientras las relataba.
   La fiesta que no había sido ahora era. Toda esa gente que no la conocía, la ignoraba, que no existía, la desinhibía aun más.
  Ese Tercero acercándose a Ella, hablándole al oído.
  El escaparse de la fiesta con la excusa de comprar algo, un manoseo que
  • era
  • es
  • fue
casi un reconocimiento de esos dos cuerpos desesperados por desnudarse.
  Le conto, con detalles, como habían vuelto al departamento que hedía a alcohol, y como, aprovechando esa
  • borrachera
  • alcoholización
colectiva se habían encerrado en un baño…


 Un baño demasiado similar a ese en el que estaba Ella. Donde hacia unos minutos se tocaba tranquila, casi silenciosamente. Pero mientras las imágenes de lo relatado se hacían cada vez más nítidas, ese manoseo se volvía cada vez más obsceno. Y en medio de esa masturbación frenética, los gemidos ahogados
  • dieron paso
  • daban paso
a aullidos tan intensos que, segundos más tarde, cuando ya todo había acabado, Ella, avergonzada, no se atrevía a salir del cuarto…
  Y, sin embargo, salió. Sin decir nada bajo su vestido, lo acomodo, agarro su bolso y se fue de ese departamento al que
  • esperaba no volver.
  • nunca volvió.
  Meses más tarde El todavía se excitaba escuchando el relato de esa noche, imaginándola a Ella imaginándolo a Él mientras se friccionaba contra el cuerpo de ese Tercero…
  Ella, cansada ya de ese recuerdo que nunca había sucedido, se había ido convenciendo de que lo mejor era contarle lo que en verdad había ocurrido esa noche.
  Y ese día nublado, cuando El atendió el teléfono, estaba casi decidida a hacerlo. Pero El habló primero, y le contó, con escasas palabras, sobre la muerte de un amigo. El funeral era esa tarde le dijo. Y no dijo nada más
  Ella sintió como en ese momento algo se quebraba. Como el recuerdo inexistente y tantas otras cosas dejaban de tener sentido frente a esa muerte. Y sintió ese alivio que produce el no tener la obligación de hablar o pensar en ciertas cosas…
  Después de ese día no volvieron a hablar
  • del recuerdo inexistente.
  • de esa noche.
  • del tema.
  Ella empezó a esquivar el tema con cada vez más frecuencia. El se canso de
  • insistir.
  • una insistencia inútil que parecía no tener demasiado sentido.
  Ella no quería hablar de eso.  Así, el recuerdo
  • se vacio
  • empezó a vaciarse
de palabras, de espectadores y de fuerza…
  Ella olvida, de a poco esa noche. Y casi ni piensa en ese día en que estaba tan decidida  a contarle todo.
  Solo a veces, cuando se encuentra con un hombre de manos suaves, y de movimientos suaves también, se petrifica un poco ,  recuerda ese día  y piensa en que hubiera sucedido si le contaba todo a Él , que la braza, y sonríe , mientras piensa en tantos Otros Terceros que podrían estar deseándola en ese momento…

  

lunes, 28 de mayo de 2012


  El se levanta pensando en que, a veces, al estar muy cerca, ella se afea, de algún modo.Ella se  vuelve no fea, no. Sino menos atractiva, o algo por el estilo.
  Y piensa en como en ese momento, estando a tantos km y ciudades de distancia, ella se vuelve sumamente atractiva.
  Y en como el no poder estar juntos impone  límites que se franquean, se quiebran a través de fantasías y largas  charlas en las  que el tiempo también se diluye, de alguna forma.
  • Pero
  • Y
entonces vuelven esas ganas de acariciarse, tocarse, y vuelve el espacio con sus barreras
  • inaccesibles,
  • inabordables,
y detrás se agolpan el tiempo, la realidad  y esa maldita imposibilidad que la conciencia de  distancia hace chorrear por todos los rincones.
  Es  quizás todo eso lo que los lleva a lugares un poco más complicados, lugares donde pensamiento, o deseo y realidad, se enriedan aun mas. Así, casi sin quererlo, o pensarlo verdaderamente, están ahí fantaseando con eso, y con tantas otras cosas más tarde…
  Gozo mutuo fabricado en espacios en donde van quedando atascados, de a poco.
Atrapados en imágenes, escenas irreales.
  Y el abismo imaginario de un sexo olvidado interponiéndose entre ellos.


  A veces, en la oscuridad, ella lo mira, de espaldas, girando apenas el torso, y comprende que en los silencios cada vez más largos existen cientos de vergüenzas, fantasmas enterrados en fantasías de las que ya no se permiten hablar.
  Recuerda  como, en un amanecer oscuro, dos árboles se fusionan. Aúllan sus troncos, y sus ramas quebradizas se entrelazan, se enriedan.
   Recuerda como, en un amanecer oscuro, dos árboles mutilan soles, en silencio.
   Se calla entonces, y piensa en como, en la débil curvatura del deseo, no suele oír los
gritos que emergen desde la otra orilla…

domingo, 27 de mayo de 2012


  Él esta
 v  postrado,
 v  parado,
   apenas logrando mantenerse sobre dos pies demasiado cansados, apenas sosteniendo su mirada sobre unas ojeras demasiado invasivas.
 R  Dándome
 R  Revelándome
    nada mas que su espalda.
        Yo me encuentro a unos cuantos pasos, y, sin embargo, pareciera que existe una distancia de mas de
    3.000 km /m entre nosotros , espacio en que cabria un cerro quemado, un rio negro, henchido de peces moribundos, y un silencio aciago.
   Él sostiene una mirada gélida, casi tan fría como el mármol de una lapida sucia y abandonada, del féretro, del rocío y del susurro verde y malva de un lugar demasiado hermoso  para ser una necrópolis.
   Yo no
 v  entiendo bien
 v  se bien 
    si lo mejor seria apoyar mis manos sobre sus hombros   y hacer de cuenta por  un instante  que verdaderamente estoy allí para contenerlo ,para  sostenerlo y  tornar quizás menos insoportable esa otra ausencia que oscurece sus días desde hace meses…
   No obstante, mis intenciones son ya indiferentes.
   Y de lo que en realidad querría cerciorarme es de si el no se atreve a mirarme debido a lo sucedido la noche anterior, cuando, sin demasiados escrúpulos, paso lo que paso, lo que debía pasar, aunque realmente no
 R  paso nada,
 R  sucedió nada,
     pero todavía se sienten
  • ·         las secuelas
  • ·         los vestigios

de lo que podría haber pasado , y el sonrojarse,
v  el amague de un principio de vergüenza
v  el amague del principio de vergüenza
v  el amague de un atisbo de vergüenza
v  el amague del atisbo de vergüenza
que le produce nuestro parentesco lejano , aunque no tanto , no lo suficiente, ciertamente.  
   La ternura agolpándose en mis pestañas, acariciando mis mejillas como pelusas, como llovizna otoñal, y el   R  no saber
R  dudar
R  vacilar
si èl

  • arribó
  •  llegó 
la madrugada anterior buscando encontrarse conmigo, o si solo pensó en mi persona durante unos segundos , porque la razón por la cual esta aquí es otra. Y es por ese otro que sus ojos silencian llantos. Un otro que se desdibuja, se hunde
v  cada vez mas
v  perennemente
v  eternamente
v  sempiternamente
en la tierra húmeda, y ya van mas de dos mil metros…
   Él esta ahora de cuclillas, su silueta recorta el verde y el gris lo
 R  cubre todo.
 R  envuelve todo.


 v  Los papeles anaranjados y bermellones
 v  Las hojas anaranjadas y bermellones
    se deslizan de las ramas rugosas, invitándonos al juego macabro de una caída libre al vacio.
   El , expectante , soberbio,  piensa tal vez en lo que querría decir, y en lo que más desearía , que seria arriesgarse a posar sus yemas gastadas en el mármol, y ensayar , quizás , una ultima despedida, un adiós definitivo y lograr entonces
  • ·         una liberación fingida.
  • ·         un fingir de liberación.

   Pero no, no es capaz de hacerlo, como no fue capaz la noche anterior de quebrar el colchón, de desgarrar las sabanas y sus dolores, cuando, entre nosotros, se abría un
 R  océano
 R  lago
    de desasosiego , de soledades , de palabras hermosamente desperdiciadas.
   Unos  50 centímetros de vacio, de abismo. Las caras , codos y rodillas apuntando a dos extremos
diferentes, después de terminar de buscarse en medio de una
 v  desesperación
 v  desazón
    absoluta, de una ceguera inminente, y el ser los únicos testigos
 R  del surgimiento
 R  de la apertura
    de un espacio de No- encuentro, de  Des- encuentro , de desengaño. ..
 v  Se da vuelta
 v  Gira su torso
    entonces, y  murmura  un “Vamos”. Vamos
 R  dice ,silenciando todo el resto
 R  ,y no dice nada más que eso
 R  dice, y  silencia todo el resto
   Y efectivamente, nos vamos.
   Abandonamos el lugar evitando pasar por el atrio y la capilla , donde , de seguro, se estará celebrando una misa cualquiera para un hombre corriente.
 v  Subimos después  a  
 v  Subimos mas tarde a
 v  Subimos a
    un viejo colectivo, con el silencio mas puro tiñendo nuestros labios marchitos .
  • ·         No se oye mas que 
  •  No se escucha mas que          
 los chirridos del abrir y cerrar de  ventanas empolvadas en el trayecto a la terminal ,donde , una vez mas , no lo abrazaré. Y la certeza, la única certeza posible, de que somos dos. Somos dos, y estamos solos.
R  Somos dos,
R  Ambos,
R  Somos dos , ambos
jodidamente inmersos, sumergidas también nuestras lenguas
  • ·         inocentes,
  • ·         vírgenes,

 en el más profundo de los desamores.


sábado, 26 de mayo de 2012

mujer olvidada



   Ya es tarde, o es demasiado temprano quizás para escudriñar la  imagen de   esa mujer
R  casi obesa y
R  levemente obesa y
R obesa y
semidesnuda  dormitando en un baño sucio y olvidado. Una mujer sucia y olvidada también.
  Más tarde yo, o ella.
  El vacilar, el no saber bien que hacer.
  El orinar en un bidet partido y amarillento.
Mirarla.
   Respirar ese sexo oscuro, escondido bajo rollos de grasa blanca. Masa débil. Y la cara también débil de esa mujer triste.
  Un hedor agrio, que me cansa y me obliga a aspirar el aire
R  por los
R  entre
labios, manchados ya por el gusto a alcohol, a horas de desfiles de  vasos y botellas. La caricia extraña del vidrio fermentado…
  El despertarla suavemente, pero zamarreándola un poco, aunque no lo suficiente; esperando un golpe, una puteada o algo mucho peor que la reacción irreal que tiene ahora. Mi explicación presurosa. Corta e inservible.
A ella no le importa quién soy ni que hago ahí, o porque acabo de despertarla de un (su) sueño lánguido.
  Ella solo puede balbucear, mientras moja sus cabellos y sus parpados, e intenta arreglar
v  o mejorar
v  o disimular
lo que ya no puede ser  arreglado ni disimulado, lo que simplemente es. Y el problema es que en ese ser anda hiriendo, y doliendo. Chupando sangre. Como los piojos sobre los que
v  me cuenta
v  me habla
la mujer desorbitada, mientras yo , una vez más y para no perder la costumbre quizás,
 no se qué hacer, ni entiendo realmente que hago ahí.
·         Y (le) digo
·         Entonces le digo
“vamos”, intento explicarle que hay que salir de ahí, de ese cuarto que atenta contra nuestra cordura o locura latentes. Y ella se irrita un poco, aunque en realidad está asustada. Murmura, como para sí, que no, que no quiere salir porque  la van a hacer cagar.
  Pero terminamos saliendo, porque es imposible quedarse eternamente en ese  cuarto
R  amarillo,
R  amarillento,
aun sabiendo que tal vez ella simplemente
v  desea
v  quiere
ser tragada, succionada por ese bidet que ahora parece rebalsar por sus poros piojos  enormes, henchidos de orina y sudores.
  Salimos, y afuera los ventiladores devoran pensamientos, y los rayos de luz (in)filtrándose por ventiluces diminutos queman nuestras pestañas.
  La observo por última vez, y le pregunto si puedo llevarla a algún lado, o con alguien. Pregunto si quiere quedarse con nosotros aunque realmente
·         no creo que
·        no se si
me

R  hubiese
R  hubiera
hecho cargo de la mujer desorbitada que ,sin  pensarlo demasiado ni titubear, dice que no , que no necesita a nadie , que ella se la banca sola . Que siempre se   la banco sola…
  Y yo ni siquiera la miro,  ni siquiera pienso en ese instante ni en las palabras duras, macizas que acaba de llenarlo.
  Empiezo a caminar, a darle lentamente la espalda. La siento desplomarse en
·         una silla
·         un sillón
mientras abre sus piernas  frente al ventilador , y vuelve a dormirse quizás en otro cuarto sucio y olvidado. Casi tan sucio y olvidado como ella …